Los dueños de las góndolas contribuyen a la miseria

Los dueños de las góndolas contribuyen a la miseria

La concentración del mercado alimenticio incide en el descontrol de precios y las arbitrariedades de las empresas.

 

Un informa del CEPA (Centro de Economía Política) revela que el 74% de las ventas de los supermercados quedan en manos de una veintena de empresas.

La concentración del mercado afecta a los consumidores, quienes, presos de las arbitrariedades de las grandes empresas, no tienen más opción que pagar aumentos injustificados por los alimentos y los productos de uso cotidiano.

 

Un mercado no tan libre

 

Centro de Economía Política, que coordina el economista Hernan Letcher, reveló información que permite comprender el alcance y la consecuencias de la concentración del mercado de productos de consumo masivo.

La cartelización del mercado alimenticio deriva en la proliferación de mecanismos no competitivos de fijación de precios, un aspecto determinante de la inflación que padecen las argentinas y argentinos..

Por supuesto, los dueños de las grandes empresas siguen captando rentas extraordinarias y batiendo récords de ganancias, aún en un contexto de crisis global.

Seis grandes cadenas concentran el 80 %  por ciento de las ventas de todo el sector supermercadistas del país, mientras que el 74% de la facturación de los productos de góndola de esas cadenas corresponden a apenas 20 empresas.

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concentración mercado
Las grandes corporaciones concentran las ventas en los supermercados.

 

 

Según un artículo de elDiarioAr, que retoma un informe del Cepa elaborado en base a relevamientos realizados 2021, el 74% del ticket de los supermercados se reparte entre tan solo 20 corporaciones.

La mayoría de las grandes corporaciones que concentran el mercado, son multinaciones: Unilever (9%), Mastellone (8%), empresa del distribuidor (8%), Coca Cola (5%), Sancor (5%), Danone (5%) Molinos Río de la Plata (4%), Procter & Gamble (3%), Papelera del Plata (3%), Cervecería Quilmes (3%), ADA (2%), Pepsico (2%), Arcor (2%), Mondelez (2%), Nestlé (2%), Bagley S.A. (2%), Molino Cañuelas (2%), Kimberly-Clark (2%), BRF (2%), Estancia Las Marías (1%).

Una de las características llamativas que marca el estudio, es la presencia de estas empresas en varias categorías de productos a la vez. Muchas veces, con posición dominante en varias de ellas.

El análisis de CEPA sigue el criterio de la legislación de Estados Unidos con respecto a la calificación de «Alta» o «Muy alta» concentración, y encuentra que al menos en 15 productos se da una situación de muy alta concentración (más del 70% de las unidades vendidas por una sola empresa) y en 14 de alta concentración (más del 40% de las ventas facturadas o unidades vendidas en una determinada catregoría de producto).

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Lo padecen los más pobres

 

Raúl Dellatorre, refiere en un artículo publicado en Página/12 a raíz del ya citado informe del CEPA, se refiere al impacto que tiene «la alta concentración en la venta de productos de consumo masivo», y  da cuenta de «cómo afecta al presupuesto de los hogares pero, además, en forma diferencial de acuerdo a la capacidad económica de las familias».

Las grandes alimenticias continúan aumentando los precios de sus productos

 

«A partir de la Encuesta Permanente de Hogares del Indec 2017/18, se concluye que el 22,7% del gasto familiar se destina, en promedio, a Alimentos. Pero se observa que mientras en «hogares con muy alto nivel educativo» esa proporción es de tan sólo 14,8%, en hogares con «muy bajo nivel educativo» se ubica en el 36%. En épocas de suba de precios en los alimentos, los último son en consecuencia los más afectados» detalle Dellatorre.

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Falta de transparencia, trampas y extorsión

 

A pesar de los constantes reclamos de los empresarios en relación con la necesidad de establecer reglas claras y de limitar los controles estatales, el estudio del CEPA,  detectó problemas en las condiciones de comercialización derivados del poder dominante de un puñado de empresas, «dificultando la transparencia de precios en sentido amplio».

Entre los incumplimientos que se destacan, se registran los ya conocidos «convenios de góndola» para reservar los lugares privilegiados a principales marcas.

Además, se suman los condicionantes a los comercios cuando no se trata de una gran cadena con capacidad de negociación. Las grandes empresas no sólo imponen precios, también, en muchos los obligan a llevar otros productos de la misma empresa que no fueron requeridos por el comerciante para cumplir con el pedido.

Otro de los ardides están ligados a la manipulación de la facturación o presentación del producto para eludir eventuales regulaciones de precios, como ser el cambio del tamaño del envase, o añadir algún ingrediente que les permita eludir los acuerdos de precios.

«La demanda de la Secretaría de Comercio de informar sobre el movimiento de stocks, producción y ventas de grandes empresas provocó una reacción desaforada de los obligados a informar. La falta de transparencia con la que operan estos sectores de rubros de consumo masivo quizás expliquen por qué hay tanta resistencia a exhibir, apenas, los números de las cantidades físicas de mercadería operada», sostiene Dellatorre en su nota.

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