Se estancan las negociaciones paritarias de Alimentación
La reunión para negociar las paritarias del sector volvieron a fracasar por la intransigencia del sector empresario que no quiere actualizar los salarios en diciembre. La secretaria de Trabajo dictó un cuarto intermedio hasta el jueves a las 16 h. La FTIA en compás de espera.
La reunión celebrada entre los paritarios de la Federación de Trabajadores de Industrias de la Alimentación (FTIA) y de la Cámara de Industriales de Productos Alimenticios (CIPA) fracasó por la intransigencia empresaria que se niega a actualizar los salarios y pretende que el bono pactado por la CGT sea considerado como parte de la negociación paritaria.
Dado el estancamiento de la negociación, la Secretaria de Trabajo estableció un cuarto intermedio hasta el día de mañana, jueves 6 de diciembre a las 16 h.
Cabe recordar que en primera instancia ofertaron reemplazar paritarias con el bono de fin de año y pagarlo en dos cuotas de $ 2.500.
Los empresarios insisten con el planteo de que no son capaces de pagar el bono acordado por la CGT por la crisis que está atravesando la industria. Asimismo, pretenden incorporarlo a la negociación paritaria de Alimentación.
Otro de los reclamos en los que no cede la cámara empresaria es en el adelanto del tramo del 6% correspondiente a enero de 2019 que se pautó en la paritaria de principio de año.
Un nuevo cuarto intermedio
Por ahora no se conocen novedades de fuentes oficiales y sólo se sabe que la Federación está analizando los pasos a seguir. No se esperan noticias hasta el día jueves, cuando se reúnan nuevamente ambas partes en torno a la mesa de negociación.
Cabe recordar que, tras los primeros bloqueos a portones de fábricas, al inicio del reclamo, la Secretaria de Trabajo aplicó la Conciliación Obligatoria hasta el próximo martes 11; por lo que si los representantes gremiales quieren seguir negociando sujeto a derecho, el gremio debe abstenerse de realizar medidas de fuerza hasta el término de la medida dictada por la cartera de Trabajo.
Un escenario complejo
Uno de los mayores desafíos que presenta la negociación es que el sector industrial es muy heterogéneo y las realidades de las fábricas sumamente dispares.
Por una parte, se encuentran las grandes alimenticias que tienen espalda financiera para afrontar los aumentos, y que son responsables en buena medida del proceso inflacionario; y por otra, están las Pymes que viven una verdadera situación de crisis.
Las pequeñas empresas están agobiadas por la caída del consumo, el aumento de las tarifas y la apertura de importaciones.
Otro punto que requiere cautela en las negociaciones y los métodos de reclamo; es que muchas de las grandes empresas esperan por una oportunidad para migrar activos invertidos en producción al sector financiero.
Cerrar o mudar una planta (como ocurrió en el caso de Sancor recientemente) permite bajar el ‘pasivo’ de recursos humanos y contar con recursos para volcar al sector financiero. Una verdadera oportunidad para empresarios que persiguen ganancias a cualquier costo.
Si bien en la mesa de negociación participan en su mayoría representantes de las grandes empresas, la cámara nuclea a todas las fábricas alimenticias; pequeñas, medianas y grandes. Por lo que los márgenes de negociaciones y las exigencias son delicados y merecen un análisis pormenorizado.
Cabe mencionar que las últimas medidas de fuerza directa se realizaron contra las grandes empresas y multinacionales con el objetivo de no afectar a las Pymes, que son las mayores creadoras de empleo y las que se encuentran en la situación más delicada.
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Negociaciones cuesta arriba
La relación directa que tienen los CEOs de las grandes alimenticias con miembros del Ejecutivo, y hasta el propio presidente, genera aún más malestar entre los representantes gremiales que saben que negocian en condiciones desfavorables.
El sector privado cuenta con el visto bueno de un Gobierno que considera que el empresario como el sujeto de cambio y motor de desarrollo de la economía, y para ello, hay que librarlo de ataduras y cargas. Es decir, se negocia en un clima de desmerecimientos de los trabajadores y exaltación de la especulación y la concentración de riqueza.
El Gobierno sigue sin mostrar interés en alentar el consumo o reactivar el mercado interno y el aparato productivo nacional.
Mientras los asalariados corren la inflación desde atrás, los formadores de precios siguen victimizándose y respaldando un proyecto económico del que sacan partido. De otro modo, no puede entenderse el apoyo incondicional a un modelo que supone un tiro al pie.
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