Cayó el consumo de alimentos y la COPAL teme «mercado paralelo»
Las principales empresas alimentos y bebidas, que picaron en punta con aumentos de precios para no perder con la devaluación, informaron caída de 5% en el consumo del rubro, y ya temen a la aparición de un «mercado paralelo».
El consumo de alimentos y bebidas cayó un 5%, según informó Daniel Funes de Rioja, presidente de la COPAL.
La baja puso en alerta al sector alimenticio que teme perder competencia y posición hegemónica en el mercado por la posible aparición de un mercado informal de consumo.
Desde ya que la declaración de los empresarios le apuntó a los efectos en la salud de la población que esto podría acarrear, aunque, sin embargo, lo que subyace es su interés económico.
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«El retroceso no sólo enciende alarmas por lo que esta cifra representa para la población, especialmente la de más bajos recursos, sino también para la industria» manifestaron desde la COPAL al diario digital El Cronista Comercial.
La aparición de un circuito informal de producción de alimentos «alejado de los controles necesarios para garantizar la salud de quienes los consumen» es una preocupación para el sector, dijo Daniel Funes de Rioja.
Vuelven las segundas marcas
Daniel Funes de Rioja detalló que se está volviendo al remplazo de las primeras marcas por segundas o terceras, un comportamiento que se vio fuertemente en la crisis de 2001.
Para los empresarios alimenticios esto implica un golpe a su economía.
Sin embargo, las principales empresas de producción de alimentos fueron las que los últimos meses «primerearon» aumentos en sus productos para no perder frente a la devaluación con subas de hasta el 83% en algunos casos.
Los casos de Molino Cañuelas, Arcor, Molinos, Mastellone, Nestlé, Unilever son emblemáticos.
Por consecuencia, era de esperar que los altos valores de los productos de primera necesidad impactaran en los hábitos de consumo de la población.
Sin embargo, estos empresarios que ahora alertan por la posibilidad que aparezca un mercado irregular de consumo, desalentaron la posibilidad de mejoras salariales, aplaudieron la devaluación y alimentaron la inflación de manera contundente el último año.