Alimentación: nuevos problemas en el horizonte

Alimentación: nuevos problemas en el horizonte

A la crisis que atraviesa el sector se suman dos imprevistos que pueden acarrear más inconvenientes: La sequía en las provincias del interior y el enfrentamiento comercial entre China y Estados Unidos

Cuando parecía que la industria alimenticia se autoabastecía de problemas internos solamente, aparecieron dos factores imprevistos que amenazan con agravar la situación del sector de industrias de la alimentación: El conflicto comercial entre China y Estados Unidos, y la sequía en las provincias.

La dinámica interna de la industria de la alimentación, viene dando muestras de cambios y transformaciones en lo productivo y en el empleo desde hace años con realidades complejas donde se mezcla el crecimiento internacional del sector con despidos y crisis en nuestro país.

En mayo de 2017, un informe de la consultora Abeceb, marcaba que la industria de Alimentos y Bebidas lideraban, a nivel nacional, el ranking de competitividad internacional entre las empresas argentinas que se proyectan al exterior.

El dato alentador implica una referencia de importancia si se tiene en cuenta que la fortaleza del sector de cara al comercio internacional puede generar un impacto positivo en el empleo y la estabilidad laboral de los trabajadores ligados a la Alimentación.

Algo no cierra

Sin embargo, la contracara de ese robustecimiento estuvo signada por conflictos, despidos, cierres e incumplimientos por parte de las empresas del sector, en nuestro país. Arcor, Nestlé, Molinos, Kraft, Mondelez y Cresta Roja son las referentes locales que dieron señales adversas.

La situación implicó que el Sindicato de Trabajadores de la Industria de la Alimentación (STIA) intervenga tomando medidas de fuerza para revertir la situación laboral generada a partir de las crisis internas que se viven en el rubro alimenticio.

Pero, además de las intervenciones particulares, el gremio viene llevando adelante una lucha permanente contra el techo paritario general de 15%, sin cláusula gatillo, que el gobierno nacional intenta imponer a la totalidad del movimiento obrero.

Esta reivindicación apunta a resguardar el salario de los trabajadores alimenticios de los efectos de la acuciante inflación, que, incluso ya fue denunciado hace algunas semanas por empresarios del sector que se quejaron por la caída del consumo interno.

En la última reunión de la Unión Industrial Argentina (UIA), el 27 de febrero, los directivos de las empresas alimenticias mostraron malestar por las importaciones en alimentos, la suba en Ingresos Brutos, el Acuerdo Unión Europea-Mercosur y el desplome del consumo.

A esta realidad que asedia a la industria desde diferentes aristas, ahora hay que agregar la posibilidad que dos factores imprevistos agraven esa situación en el corto y mediano plazo.

Corto plazo

La sequía y las consecuencias climáticas de varias provincias del interior de nuestro país auguran un horizonte complicado de cara al 2018, en lo que a suba de precios, dólar y costo de los alimentos refiere.

El factor complica aún más el panorama ante la ya continua suba del costo de la canasta alimenticia anunciada por el propio Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec), tras los aumentos en los precios de los alimentos y bebidas de los primeros meses del año.

Es que la situación climática impacta ya en el rendimiento general de la soja y el maíz, por ejemplo, que tuvieron una merma del 20%.

Otro de los problemas que acarrea la sequía es que el 65% del maíz sembrado es tardío, esto implica que se siembra en diciembre para cosechar en julio, en este caso las pérdidas podrían ser del 50% lo que implica que la perdida podría potenciarse a los u$s 300 por hectárea.

No sólo sufren los agricultores

En este sentido, la crisis del campo no se limita a la agricultura, ya que la sequía dejo sin pasto a buena parte del campo argentino.

El precio del pollo, porcino, huevos, leche y otros productos subirán también notablemente, porque falta maíz y esto genera una suba de insumo que impactaría en el precio final.

La situación prevé una suba generalizada de precios de los alimentos, que difícilmente permita que se cumpla la meta de inflación del 15% anual, augurando más caída del consumo interno, si el gobierno nacional, además, insiste en establecer ese techo para las paritarias.

Mediano plazo

Sin embargo las perspectivas de mediano plazo se vieron interrumpidas por otro imponderable que podría afectar, también de manera negativa, a la estructura general económica de las industrias del sector alimenticio.

El déficit comercial argentino podría crecer en 2018 a raíz del conflicto entre China y Estados Unidos, a partir del cierre a las importaciones. La confrontación puede hacer caer el precio de los productos alimenticios que representan una buena parte de las exportaciones del país.

De esta manera, los u$s7.377 millones de déficit comercial que tuvo la Argentina, el año pasado, con China podrían escalar en 2018 si las amenazas entre las dos potencias mundiales se convierten en realidad, alterando los valores de los bienes que salen del país.

Si bien Argentina no está implicada de manera directa en la disputa, y su impacto en el comercio mundial es insignificante, una guerra comercial internacional podría derrumbar el precio de productos que exporta la Argentina y así generar menor ingreso de dólares.

En ese marco, la industria alimenticia, que lidera el ranking de competitividad internacional de empresas locales, se vería directamente afectada, generando un efecto que puede llevar consecuencias al interior de nuestra economía.

¿Dónde colocan el sobrante?

Por otro lado si tanto China como Estados Unidos quedaran con excedentes de stocks por la confrontación comercial, sus compañías buscarán descargar en terceros mercados y América latina podría ser uno de las regiones propicias para ello.

Miguel Ponce, director del Centro de Estudios para el Comercio Exterior del Siglo XXI manifestó que «Lo que le deje de comprar EE.UU. a China lo va a tratar de colocar en otras regiones, generando sobrestocks muy subvaluados». Eso puede dar lugar a importaciones a bajo precio.

En cualquiera de los escenarios, el horizonte no es prometedor, y el impacto sobre el empleo y la estabilidad laboral ya pone en alerta a los gremios y sindicatos directa e indirectamente relacionados con el sector alimenticio.

 

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