Granja Tres Arroyos: ¿Crisis genuina o estrategia empresarial oportunista?
La Avícola Granja Tres Arroyos se declaró en crisis pero hace 15 días veían un «futuro próspero». Otro hito de la gestión Milei que provoca cada días más pérdidas de empleos.
La reciente solicitud de Granja Tres Arroyos para acogerse al Proceso Preventivo de Crisis (PPC) ante la Secretaría de Trabajo, en un contexto de recesión y caída del consumo vinculada a las políticas del gobierno de Javier Milei, pone de manifiesto un profundo desencuentro entre la postura pública de la empresa y las realidades del mercado avícola. El hecho, que implica la posibilidad de despedir a 700 trabajadores o, en su defecto, aplicar un descuento del 21% en el salario de los empleados, ha generado tanto desconcierto como malestar, especialmente considerando las palabras de apoyo a la gestión de Milei que su dueño, Joaquín de Grazia, pronunció hace tan solo unas semanas.
Granja Tres Arroyos, el mayor productor de pollos del país, ha presentado su solicitud como respuesta a una serie de factores económicos que, según la empresa, han puesto en peligro su sostenibilidad. Entre estos factores se mencionan la caída del consumo interno, la presión impositiva, el encarecimiento de los costos por un tipo de cambio desfavorable y la pérdida de mercados claves, como China. No obstante, las cifras del sector avícola, que a pesar de la crisis económica han experimentado un crecimiento en exportaciones de más del 20% en volumen y 26% en valor en lo que va del año, invitan a la reflexión sobre si la crisis declarada por Granja Tres Arroyos es realmente un fenómeno estructural o si responde a una estrategia corporativa para reducir costos y flexibilizar condiciones laborales.
El apoyo a Milei: contradicciones evidentes
En una entrevista reciente, Joaquín de Grazia, dueño de la empresa, no escatimó elogios hacia el gobierno de Javier Milei. El empresario expresó una visión optimista sobre el futuro económico del país, afirmando que «veo un horizonte extraordinario» y subrayó la importancia de «tener paciencia» mientras se ajustan las variables económicas. Sin embargo, menos de un mes después, la misma empresa que abogaba por un futuro brillante bajo la gestión de Milei ahora alega que la situación económica es tan insostenible que necesita despedir empleados o recortar sus sueldos.
La contradicción es evidente: ¿Cómo es posible que la misma empresa que confía en el gobierno actual para superar los problemas económicos sea también la que pide amparo bajo un mecanismo legal diseñado para situaciones de «fuerza mayor»? La respuesta parece radicar en una cuestión de conveniencia para la empresa. Mientras las exportaciones del sector avícola siguen creciendo, y el consumo interno comienza a estabilizarse, Granja Tres Arroyos opta por presionar a sus empleados y a los sindicatos con el fantasma de la crisis para obtener una reducción de costos, en lugar de asumir las posibles responsabilidades propias de una gestión empresarial que no ha logrado adaptarse a las fluctuaciones del mercado.
Un sector que sigue creciendo
No cabe duda de que la crisis económica es real, pero ¿realmente afecta de manera tan drástica a la avicultura? El sector avícola argentino ha mostrado signos de fortaleza a pesar de la recesión. Según datos oficiales, las exportaciones de carne aviar crecieron un 20% en volumen y 26% en valor durante los primeros diez meses del año. ¿Cómo conciliar estos números con el anuncio de crisis de Granja Tres Arroyos?
Es importante resaltar que, a diferencia de otros sectores que enfrentan una contracción en sus mercados, el rubro avícola ha sido uno de los pocos que ha logrado expandirse, especialmente en el ámbito exportador. Este crecimiento podría indicar que, más allá de las dificultades económicas generales, las empresas del sector han sabido adaptarse a nuevas demandas internacionales, al tiempo que preservan sus márgenes de rentabilidad. Sin embargo, en lugar de reconocer estos avances, Granja Tres Arroyos prefiere presentar una narrativa de «crisis» para justificar recortes laborales.
¿Crisis estructural o crisis de adaptación?
La realidad es que Granja Tres Arroyos atraviesa una crisis interna de adaptación. La pérdida del mercado chino, los aumentos en los costos internos y la competencia de otros países productores de carne aviar son factores que, sin duda, afectan la rentabilidad. Pero también es cierto que la empresa ha enfrentado problemas de gestión en sus propias plantas, como el cierre de la planta de Ezeiza, que resultó en la desafectación de cientos de empleados, y ahora se presenta como una nueva excusa para justificar el ajuste.
Más allá de las justificaciones presentadas por la compañía, la pregunta que queda en el aire es por qué Granja Tres Arroyos, una de las empresas más grandes del país, no ha sido capaz de adaptarse a las nuevas realidades del mercado sin recurrir al despido masivo o a los ajustes salariales. ¿Es la empresa víctima de una crisis económica global o simplemente ha llegado el momento de repensar su modelo de negocios y sus estrategias de gestión?
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La hipocresía del “futuro extraordinario”
Si bien la crisis económica que atraviesa el país, en gran medida exacerbada por las políticas de Milei, ha afectado a muchos sectores, el caso de Granja Tres Arroyos pone de manifiesto una hipocresía evidente en su discurso empresarial. El optimismo vertido por De Grazia en su entrevista con La Fábrica Podcast parece desmentir la realidad que su empresa ahora pretende transmitir. Si el futuro realmente es tan «extraordinario», como aseguraba el empresario, ¿por qué recurrir al recorte de personal y a la presión salarial como respuesta ante los desafíos económicos?
La postura de Granja Tres Arroyos, que se presenta como víctima de un contexto adverso, es un claro ejemplo de cómo algunas grandes empresas intentan trasladar el costo de su propia ineficiencia a los trabajadores, mientras se benefician de las políticas gubernamentales que favorecen a los grandes conglomerados. La crisis declarada, más que una necesidad, parece una oportunidad para ajustar a los más vulnerables, mientras que los dueños de la empresa siguen manteniendo una postura que, aunque optimista, resulta profundamente desconectada de la realidad laboral.
En definitiva, la crisis de Granja Tres Arroyos no es más que una muestra de cómo, en tiempos de incertidumbre, algunas empresas prefieren proteger sus márgenes a costa de los derechos de sus trabajadores. La pregunta es: ¿hasta qué punto se puede seguir hablando de “futuro extraordinario” cuando las decisiones que se toman hoy comprometen el bienestar de miles de personas que dependen directamente de esa misma empresa?
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