Suspensiones en Mondelez: la crisis golpea a la industria

Suspensiones en Mondelez: la crisis golpea a la industria

Escalante denunció que la caída de ventas y las suspensiones en Mondelez responden a la recesión y a las políticas del Gobierno que aceleran cierres y desindustrialización.

Las suspensiones en Mondelez se inscriben en un panorama cada vez más crítico para la industria argentina. La caída del consumo, la apertura importadora y el desplome de la demanda ya provocaron frenos de producción, recortes de turnos y despidos en numerosas empresas de alimentos, metalmecánica, autopartes y textiles. El caso de la planta de Pacheco no es un hecho aislado: forma parte de una cadena de establecimientos que no logran sostener su actividad en un contexto de recesión profunda. Para los gremios, este proceso anticipa una desindustrialización acelerada con consecuencias sociales de gran magnitud.

 

“Esto es culpa del Gobierno y sus políticas”: Escalante al frente del conflicto

El secretario general del STIA Buenos Aires, Sergio Escalante, respondió de forma pública e inmediata ante los rumores de despidos y suspensiones en la empresa Mondelez para llevar tranquilidad a las trabajadoras y trabajadores, como así también sus familias.

Cuando la empresa Mondelez nos comunica la caída de las ventas, y como consecuencia, la caída de la producción y que de manera inminente iba a tomar decisiones; nos pusimos a trabajar para que nuestras compañeras y compañeros sufran el menor impacto posible, informó Escalante.

El secretario general del gremio de Alimentación comunicó que «El consejo directivo del STIA Buenos Aires se puso al frente de la situación, y tras difíciles negociaciones, se llegó a un acuerdo: Los trabajadores que prestaron conformidad, se toman una semana de vacaciones y también se les otorgará otra semana de licencia paga. Además, se acordó un bono gratificación por única vez para todas las compañeras y compañeros de $525.000 más un voucher de $53.000 que se podrá canjear en la proveeduría».

Sergio Escalante se puso al frente del conflicto en Mondelez y logró un acuerdo para proteger a las trabajadoras y trabajadores del sector.
Sergio Escalante es el nuevo secretario general del STIA Buenos Aires.

 

El acuerdo que logramos se puede considerar muy positivo, pero la razón por la que se negocia el acuerdo es la caída de las ventas y una recesión que atraviesa a toda la actividad de manera dramática y eso nos preocupa y nos genera mucha incertidumbre.

Esto es culpa del Gobierno de Javier Milei y sus políticas. El país enfrenta un presente muy complicado. Si seguimos por este camino esto sólo va a empeorar, con cierre de fábricas, con pérdida de empleo irreversible, con un territorio totalmente roto y con miles de trabajadores arrojados a la marginalidad. Hoy nos toca defender las capacidades productivas y el empleo. Creemos que la única reforma que necesitamos es la creación de trabajo decente.

Con estas palabras, el secretario general del STIA Buenos Aires, Sergio Escalante, sintetizó el cuadro de situación que atraviesa la planta de Mondelez en General Pacheco. Sus declaraciones no sólo describen el conflicto puntual, sino que exponen la trama económica y política detrás de las suspensiones: recesión profunda, desplome del consumo, apertura importadora y políticas que, según denuncia, empujan al país hacia un proceso acelerado de desindustrialización.

Mondelez detiene parte de su producción en un contexto de derrumbe del consumo

Las suspensiones alcanzan a más de 2.300 trabajadores, afectados por una combinación de vacaciones obligatorias, licencias pagas y una paralización parcial de líneas productivas. La empresa justificó la medida en una caída brusca de las ventas y un sobrestock que ya no puede sostener.

Mondelez se sumó a la larga lista de empresas en crisis por la caída del consumo.

 

El dato es relevante porque señala un giro histórico: Mondelez, uno de los actores más grandes y estables del sector alimentario, enfrenta por primera vez la necesidad de reducir su actividad por falta de demanda interna. De hecho, no hay antecedentes de medidas de esta magnitud en el sector alimenticio desde el 2001. La recesión impacta incluso en rubros que tradicionalmente mantienen estabilidad aun en contextos adversos.

La decisión empresarial confirma lo que los sindicatos observan desde hace meses: el consumo está desplomándose a niveles que recuerdan a etapas de crisis profundas. Con salarios licuados y precios que se disparan por encima de cualquier recomposición, el mercado interno funciona hoy con un volumen muy por debajo del necesario para sostener la producción local.

El trasfondo económico: recesión, importaciones y pérdida de competitividad

El conflicto en Mondelez no puede leerse sin el contexto macroeconómico. La industria argentina opera bajo un esquema donde:

• El consumo cayó de forma sostenida durante todo el año.
• La apertura importadora incorporó productos a precios difíciles de igualar, incluso en el sector alimentario.
• Los costos locales —energía, logística, insumos— suben más rápido que la capacidad del mercado de absorberlos.
• La política de ajuste contrajo la circulación de dinero, el crédito y la inversión productiva.

El resultado es un fenómeno que no surge de una empresa aislada sino de una estructura económica en regresión. Las compañías acumulan inventario sin rotación, reducen turnos, frenan líneas de producción y, como en este caso, avanzan hacia esquemas de suspensión o recorte temporal de actividad.

La pérdida de competitividad no proviene únicamente de problemas internos, sino del desbalance generado por la llegada de productos importados que ingresan con ventajas fiscales, logísticas o cambiarias. Para Escalante, esa dinámica constituye un “industricidio”: un proceso donde cada fábrica que reduce personal o cierran sus líneas deja un vacío productivo que luego es ocupado por bienes traídos del exterior.

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Una negociación defensiva con beneficios, pero sin horizonte claro

El acuerdo alcanzado entre el STIA y la empresa permitió atenuar el impacto inmediato sobre los ingresos de los trabajadores. Las vacaciones, la licencia paga, el bono de $525.000 y el voucher interno representan un respiro en medio de la incertidumbre.

Sergio Escalante adelantó que la crisis en el sector se profundizará si no se modifican las políticas económicas de Milei.

 

Pero incluso para el propio Escalante, lo logrado no oculta el problema estructural: la actividad está paralizada no por una coyuntura puntual sino por una recesión que atraviesa toda la cadena alimentaria. La negociación fue una instancia de contención, no de resolución.

Los trabajadores enfrentan un futuro que depende de variables macroeconómicas sobre las que no tienen control: recuperación del consumo, protección de la industria local, regulaciones a las importaciones y políticas que fomenten empleo en lugar de destruirlo.

Escalante plantea el eje del debate: trabajo decente o desindustrialización

La conclusión de Escalante marca el tono de la nota y del clima político actual: “La única reforma que necesitamos es la creación de trabajo decente.”

En una economía donde el ajuste reduce la demanda interna y la apertura deja en desventaja a la industria nacional, el riesgo de cierres, suspensiones y despidos masivos deja de ser una hipótesis y se vuelve un horizonte posible.

La situación en Mondelez, lejos de ser un episodio aislado, se convierte en un síntoma de un camino que —según el gremio— puede llevar a un retroceso irreversible en la matriz productiva del país.

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