Milei pide ayuda a USA e hipoteca gravemente a la Argentina

Milei pide ayuda desesperada a Estados Unidos e hipoteca gravemente a la Argentina

El nuevo endeudamiento de Milei: una cronología que hipoteca el futuro de las próximas generaciones. El modelo económico se agota y se profundizan los recortes y la deuda externa.

El gobierno de Javier Milei avanza en un camino contradictorio: llegó con un discurso anti-endeudamiento y anti-“casta financiera”, pero en los hechos ha multiplicado las operaciones de crédito en moneda extranjera. El resultado es un nivel de deuda que condiciona la política económica, limita la industria y compromete el empleo, con un horizonte de pagos que se extiende más allá de su gestión.

Primeros meses: deuda para contener el dólar

A poco de asumir, la gestión recurrió a la emisión de instrumentos locales ajustados por inflación y dólar oficial. El Banco Central lanzó los BOPREAL, títulos en moneda extranjera destinados a regularizar deudas privadas de importadores y empresas que no podían girar utilidades. La medida permitió aliviar tensiones inmediatas en el mercado cambiario, pero trasladó compromisos al Estado y multiplicó la bola de pasivos en dólares.

Milei motosierra
Milei logró que una mayoría lo vote a pesar de las promesas de ajuste

 

Durante el primer semestre, el Gobierno amplió la emisión de estos bonos. La operatoria generó un alivio transitorio para empresas con deudas externas, pero a costa de consolidar un esquema de deuda pública que mañana deberá pagar la ciudadanía. Cada reprogramación fue presentada como “ordenamiento”, aunque en los hechos significó más obligaciones en dólares y más intereses que abultar en el futuro.

Negociaciones con el FMI

El paso siguiente fue abrir conversaciones para un nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, por alrededor de 20 mil millones de dólares. El Ejecutivo apeló a un decreto para no someter la operación al Congreso. Este endeudamiento se justificó como mecanismo para reforzar reservas y dar “confianza” a los mercados, pero a cambio implicó aceptar condicionalidades que ya restringen la política cambiaria, monetaria y fiscal.

En paralelo, el Banco Central intervino recurrentemente en el mercado cambiario para sostener la banda inferior de la “flotación administrada”. En solo tres jornadas llegó a vender más de mil millones de dólares. La defensa del peso no se sostuvo en generación de divisas ni en un superávit comercial sólido, sino en endeudamiento y reservas que se consumen para ganar tiempo en la previa de las elecciones legislativas.

El peso sobre industria e importaciones

La caída de las importaciones en términos reales durante el segundo trimestre impactó directamente en la industria, que depende de insumos del exterior. La recuperación parcial de agosto no alcanzó para revertir la tendencia: la producción y el empleo quedaron sujetos a la disponibilidad de divisas, mientras el Gobierno anunciaba recortes en el crédito fiscal y en los beneficios a las importaciones. En la práctica, menos insumos significan menos producción, menos empleo y más incertidumbre.

Milei y Caputo
Caputo vuelve a endeudar a la Argentina y el monto de la deuda se torna impagable para las próximas generaciones.

 

Con un stock de deuda externa del orden de los 255 mil millones de dólares y vencimientos que superan los 9 mil millones en el corto plazo, el futuro inmediato luce comprometido. Lo que hoy se presenta como solución técnica es en realidad un aplazamiento de la crisis: los pagos se concentran en los próximos años, comprometiendo a futuras administraciones y reduciendo el margen de maniobra de la economía argentina.

Continuidad histórica: de la dictadura a Milei

La trayectoria argentina en materia de deuda externa muestra un patrón constante. La dictadura militar la multiplicó exponencialmente con préstamos de bancos privados internacionales. En los noventa, el Plan Brady reestructuró esa deuda con nuevos bonos. Tras el default de 2001, llegaron los canjes de 2005 y 2010 y la larga disputa con los fondos buitres. En 2018, el gobierno de Macri tomó el mayor crédito de la historia del FMI. Hoy, con Milei, vuelve la misma lógica: más deuda para cubrir vencimientos y financiar estabilidad de corto plazo, sin un plan productivo de fondo.

Milei
Milei sostenía que endeudarse era imnoral durante su campaña.

 

El contraste con el discurso de campaña es total. Milei había prometido no endeudar más al país, cortar con la dependencia del Fondo y liberar al peso de ataduras. En cambio, consolidó un esquema de endeudamiento creciente, retomó las negociaciones con el FMI y sostuvo una flotación administrada con ventas masivas de reservas. El discurso libertario quedó reducido a slogans, mientras la práctica reproduce los mismos mecanismos que criticaba.

El modelo Milei, un modelo sin soberanía

La conclusión es clara: no hay soberanía posible con este nivel de endeudamiento. La nueva deuda no se destina a inversión productiva ni a infraestructura, sino a garantizar que el gobierno llegue ordenado a las elecciones legislativas. Se trata de una inmoralidad política: hipotecar el futuro de generaciones para consolidar una posición electoral en el presente.

Los recursos naturales argentinos en peligro por el endeudamiento impagable.

 

El contraste resulta aún más brutal cuando se observa que, mientras se niegan recursos para salud, educación y programas de discapacidad, sí se habilitan dólares para dividendos y utilidades empresarias. La Argentina vuelve a chocar con su historia: deuda que no financia desarrollo, sino que asegura rentas privadas y condiciona al Estado.

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