Despidos, consecuencias de ser «el supermercado del mundo»
Mauricio Macri confirmó en el último encuentro con Christine Lagarde, directora del FMI, que gobierna en beneficio de algunos sectores y que la “integración al mundo” es para unos pocos.
La presidenta del FMI, Christine Lagarde, pidió frenar la baja de retenciones al agro pero el oficialismo se negó. La producción local del sector alimenticio cae y los despidos llegan a 7.700, pese al repunte en el exterior.
Mauricio Macri volvió a dar señales de sus prioridades justo en el momento en que el propio Fondo Monetario Internacional le pidió que frenar la quita de las retenciones al sector agroexportador para facilitar la política de déficit cero. La reacción del mandatario, sin embargo, fue no respetar, por primera vez, un pedido del organismo.
El hecho resulta muy significativo puesto que ofrece una mirada de las prioridades que el gobierno nacional tiene sobre el sector alimenticio en el marco de las relaciones internas y externas.
A pesar de la recaudación que implicaría una suba de las retenciones al sector agroexportador, y del alivio para los sectores del trabajo, el gobierno “se le paró” al Fondo.
La Sociedad Rural marca la cancha
Apenas se supo del pedido de la titular del Fondo Monetario, la propia Sociedad Rural pidió una reunión con el presidente de la Nación para remarcarle su “preocupación” por la posibilidad que se altere el “pacto” entre el gobierno y el sector alimenticio, en la búsqueda de “competitividad”.
Las dudas del primer mandatario ante el pedido del organismo de crédito multilateral valieron un momento inédito de tensión con el sector agroexportador del campo, que se corrigieron cuando decidió no suspender su política de quita de retenciones al campo, por las exportaciones del sector.
Sin embargo, según un informe de la Coordinadora de Industrias Alimenticias (COPAL), publicado hoy, sábado, en el diario Clarín, la industria alimenticia mostró una leve caída en los primeros cinco meses de 2018, en el mercado local.
Descuido al mercado interno
Entre enero y mayo de este año, la producción cayó un 1,2%, respecto del mismo período de 2017, lo que repercutió en despidos generalizados, cierre de compañías e inestabilidad laboral por la pérdida de puestos de trabajo.
Como antecedente de este dato, la CEPA (Centro de Economía Política Argentina), del economista Hernán Letcher, publicó un informe, en junio, donde reveló que la industria de la alimentación, que emplea a unas 100.000 personas, sumó 7.666 despidos y suspensiones en dos años.
Es decir que el sector perdió un 7,6% de su mano de obra por el impacto directo e indirecto de las políticas económicas del gobierno.
Ver también –> Alimentación, el segundo sector con más despidos en la industria
Prioridad a los sectores “competitivos” en el exterior
Los datos sobre la fragilidad del sector en el mercado local contrastan con la tan ansiada “competitividad” que Cambiemos intenta darle en el exterior.
“Tenemos que dejar de ser el granero del mundo para ser el supermercado del mundo”, decía Macri, en 2016.
La política del oficialismo con el sector alimenticio está marcada por una ponderación de primer orden a los actores locales de la economía que tengan las llamadas “ventajas comparativas” cuando compiten con las industrias del exterior.
Es por eso que, pese a las dificultades internas, el panorama del sector en el exterior es más alentador. “Argentina volvió al top ten mundial de la exportación de carne y apunta al quinto lugar para 2020”, tituló Clarín la semana pasada, en referencia a ello.
Entre enero y mayo de 2018, las exportaciones de alimentos y bebidas tuvieron altas y bajas pese a la inestabilidad interna. “Se exportaron 9.897 millones de dólares en 2018, con una disminución del 14% en volumen y un crecimiento del 16% en los precios”, contaron desde Agroindustria.
Las pérdidas del sector en el exterior son compensadas en el mercado interno por el propio Gobierno que, pese a convocar a las alimenticias tras la devaluación y los aumentos, liberó la suba de precios de las gigantes del sector.
Efecto “derrame”
El encuentro con la titular del Fondo, dejó en evidencia que pese a no tener clemencia con los sectores del trabajo, negociar paritarias a la baja, aumentar tarifas y precios del transporte y avalar despidos masivos, el gobierno no está dispuesto a tocar las ganancias de la producción de alimentos.
Según datos de la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de la Argentina (FADA), en 2017, el Estado dejó de recaudar US$ 1.995 millones que se trasladan a los grandes pooles sojeros, harineros y del trigo y se retiran de las arcas del Estado, por la baja a las retenciones.
El gobierno explicó que la medida apunta a que ese dinero se inyecte en la economía, y que, como efecto “derrame”, se traslade a la movilización del mercado interno, generando puestos de trabajo que están, claramente, ligado al sector agrario.
El “derrame” de esa cantidad inmensa de recursos depende, desde ya, de que no existan niveles altos de concentración de la producción en la industria local, algo que la industria alimenticia no garantiza.
La política del gobierno va marcando, paso a paso, las prioridades en la gestión actual, que, hasta ahora, no parecen incluir al sector del trabajo local.
¿Y el mercado interno?
La falta de clemencia con el movimiento obrero, que viene soportando paritarias desiguales, despidos e inestabilidad laboral, se contraponen con las políticas de sostenimiento y protección de las ganancias para que la industria alimenticia “nos integre al mundo”. ¿Hasta cuándo?