Decisiones a contramano

Decisiones a contramano

La representatividad de la CGT amenazada por caprichos dirigenciales

“La CGT no puede estar sometida a los intereses personales de un dirigente”, manifestó Héctor Daer en una entrevista ofrecida al diario económico El Cronista, al referirse a las conclusiones extraídas de la reunión del consejo directivo de la central respecto de la movilización del 22 de febrero.

Su alusión fue directamente a la figura de Hugo Moyano por su intento de capitalizar la movilización obrera con su nuevo traje de “combativo”. Es que desde hace algunas semanas el ex titular de la central de trabajadores se muestra preocupado por el rumbo de la política económica.

El actual triunviro de la Confederación General del Trabajo se mostró disconforme con lo que parece ser una maniobra para conducir la voluntad del movimiento obrero detrás de intereses “no propios”. Es que las causas judiciales parecen condicionar, últimamente, las decisiones de los Moyano.

La jugada de Moyano

Por supuesto que los fundamentos del ex líder del Sindicato de Camioneros para el próximo 22 hacen eje en las políticas económicas del gobierno (ya presentes en la agenda de los trabajadores), a pesar que su súbita alarma hace sospechar sobre sus intenciones reales.

La postura de Daer fue replicada por otros gremios como los de servicios, los sindicatos de la Uocra, UPCN, Obras Sanitarias, del transporte y los metalúrgicos que optaron por ser cautelosos ante la posibilidad que la convocatoria se cruzara con “intereses particulares”.

La falta de consenso de los convocantes quedó reflejada en la reunión del consejo directivo de la CGT, donde apenas siete de los 35 gremios que la integran apoyaron la iniciativa.

«Nuestra posición es clara: No vamos a poner a la CGT al servicio de ningún gremio ni dirigente» dijo el titular de Sanidad luego de finalizado el encuentro. Al tiempo que agregó que «no se puede aceptar que alguien tenga el capricho de adueñarse de la voluntad colectiva de la CGT».

 

A pesar de la escasa credibilidad que tienen los Moyano a la hora de movilizar a los trabajadores argentinos, parte de la dirigencia de la central formalizó, igualmente, su adhesión a la marcha, tomando una decisión que hace peligrar los consensos al interior del movimiento obrero.

Otra de las cuestiones que fueron eje de las críticas de los sectores que ven con sospecha la convocatoria, fue la veloz declaración de parte de la dirigencia de la CGT de haber logrado «mayoría» en el pedido de apoyo a la protesta, tras la reunión del consejo directivo.

 

Los trabajadores, con agenda y representación propia

«Lo que pedimos siempre es seguir dialogando entre todos sin poner por delante ni la paritaria ni las cuestiones personales de nadie, vamos a seguir trabajando para resolver los temas pendientes de los derechos de los trabajadores”, aseguró Daer.

Las fortalezas del movimiento obrero tienen base en el sostenimiento de agendas consensuadas internamente por las mayorías. Esa característica es, quizás, la que impide que los trabajadores sean un instrumento circunstancial para sostener las aventuras individuales de su dirigencia.

En noviembre los obreros, de hecho, le pusieron un freno al Gobierno cuando los hombres de Cambiemos hicieron un borrador de reforma laboral que buscaba eliminar los convenios colectivos de trabajo. A su vez, en diciembre, la CGT rechazó de plano la reforma previsional.

Esas declaraciones de rechazo no fueron producto del humor de quienes fueron mandatados para representar a los trabajadores en la CGT, así como tampoco de sus intereses personales. La agenda de resistencia y lucha responde a un movimiento obrero opuesto a resignar derechos.

En ese sentido Daer hizo referencia directa al sindicato de Camioneros al expresar que «deberían explicar por qué pidieron el paro y después no pararon» en relación con la movilización de diciembre contra la reforma jubilatoria.

Con los camiones a contramano

El mes pasado, en Mar del Plata, parte de la dirigencia de la CGT planteó la necesidad de analizar la «situación social y económica». En ese encuentro surgieron temas como las paritarias, la generalización del gobierno al hablar de “mafias sindicales”, así como el paquete de leyes.

En este sentido la CGT considera que el Gobierno tiene que modificar, cuanto antes su política económica para no seguir perjudicando a sectores socialmente sensibles, como los trabajadores de menores ingresos y, sobre todo, los jubilados.

Sin embargo, las consideraciones de tiempos, plazos, metodologías de lucha e impacto de las medidas de la actual administración permean los debates internos del movimiento obrero, y abren diferencias claras en una entidad donde se prioriza el consenso y el diálogo.

Esto implica que la central obrera, aún sin romperse, es sensible a las tensiones que provocan las perspectivas y miradas ideológicas que atraviesan a todas las instituciones de nuestra sociedad.

Lo que parece cada vez más innegociable es que la lucha y la organización de la resistencia al nuevo liberalismo se digite velozmente teniendo en cuenta los intereses atomizados de un grupo de dirigentes y a contramano de los tiempos que los trabajadores necesitan.

La situación económica y social está presente en la agenda de la CGT para resolver los pasos a seguir como movimiento, pero la voluntad de la mayoría de los obreros no puede ser acelerada por las urgencias judiciales de algunos de sus referentes.

 

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