La metástasis de los problemas: 216 mil millones de deuda externa

La metástasis de los problemas: 216 mil millones de deuda externa

La deuda externa, el déficit de la balanza comercial y la fuga de divisas impactan en los sectores más postergados y disparan la alarmas

El Indec difundió esta semana que aumentó un 20% la deuda externa argentina en el último año. En comparación con el tercer trimestre de 2016 creció un 58%. El paquete de reformas del gobierno, la inocultable presencia del FMI y el crecimiento de las importaciones en la mira.

En un clima saturado de información sobre las reformas del gobierno, las manifestaciones y la violencia en la plaza de los dos Congresos, la suba de precios, la inflación y el dólar, apareció esta semana una noticia que no tuvo la relevancia que merece: La deuda externa creció 20% en 2017.

Con los ojos puestos en las determinaciones políticas y económicas que convirtieron a diciembre en un mes al rojo vivo, la noticia pasó desapercibida, aun cuando va afirmándose como el argumento que explica gran parte de las decisiones del gobierno de Mauricio Macri.

La reforma tributaria, laboral y jubilatoria tuvo el respaldo del organismo multilateral de crédito que aplaudió el rumbo de la política fiscal de la actual gestión, a pesar del descontento popular y el saldo represivo que le siguió a la aprobación de las iniciativas en el Parlamento.

En el anuncio del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) se consigna el ascenso de la deuda, al término del tercer trimestre del año, a 216.351 millones de dólares, 20% más que en igual período del año pasado.

Crecen las importaciones en la balanza comercial

El dato se completa con otro igualmente significativo y es que el saldo de la balanza comercial (que determina la diferencia entre lo que exporta e importa el país) arrojó un déficit de 8.683 millones de dólares, más del doble que el de julio-septiembre de 2016, por el crecimiento de las importaciones en relación con las exportaciones.

En un artículo publicado en el periódico económico El Cronista Comercial, se describe que los analistas comenzaron a concentrar, de hecho, su preocupación en el déficit de esta cuenta corriente tanto como en el nivel de endeudamiento externo y en el déficit fiscal.

La cuenta corriente es la medición más amplia del comercio de un país con el resto del mundo, e incluye el intercambio de bienes y servicios y los flujos de inversión.

La deuda, un problema ideológico

Para los especialistas la manera en que se resuelva el rojo y el desequilibrio de esta balanza tendrá que ver que el signo ideológico de este gobierno. Hasta ahora el endeudamiento externo parece ser la única alternativa para la coalición gobernante.

De acuerdo al periódico económico, las reformas implementadas son parte del plan y el objetivo del gobierno de Cambiemos para bajar el déficit fiscal, sin embargo el rojo de la cuenta corriente no para de crecer y no parece haber ningún sendero trazado para contenerlo o revertir la situación. Lo que lo lleva directo a la emisión de deuda con los organismos de crédito.

Desde diferentes sectores interpelan a Mauricio Macri sobre la sustentabilidad de un modelo económico que suple la necesidad de dólares con deuda externa. Por ahora los números de la balanza comercial arrojan un déficit récord y el peligro es que la situación se vuelva inmanejable.

Para muchos analistas la emisión de deuda externa para equilibrar la balanza comercial resuelve un problema en la inmediatez, lo que garantiza la continuidad de políticas cortoplacistas y la gobernabilidad, pero va gestando el germen de una situación que en unos años puede quedar fuera del alcance de las decisiones políticas.

La bicicleta financiera también necesita dólares

La llamada «bicicleta financiera» es una enorme operación de cambio de dólares y pesos con la que banqueros e inversionistas han estado pedaleando fuerte en la Argentina. Todo ello gracias a un sistema cambiario flotante y la posibilidad de sacar provecho de una alta tasa de interés que es única en el mundo.

En una nota publicada por la BBC de Londres se refieren a esta operación como una «fiesta financiera que favorece a los lobos de Wall Street a costa de trabajadores y consumidores de clase media, en medio de una política de ajuste inédita que ha impulsado el presidente argentino».

Este modelo necesita de un volumen de dólares que pueda sostenerlo, lo que explicaría, en parte, la necesidad de moneda extranjera por parte del gobierno.

La deuda, un mal que hace metástasis social

Desde diferentes sectores de la política y la economía interna alertaron ya al gobierno para que tome medidas urgentes frente a esta doble situación que se va generando en la economía de nuestro país.

Emitir deuda para contener el déficit fiscal o para operaciones financieras es una alternativa viable cuando la balanza comercial del país es positiva, puesto que el Estado cuenta con recursos para cubrir esa deuda. Pero esa no es la situación del país.

El endeudamiento externo le resta progresivamente autonomía a las decisiones políticas internas del país y va generando una dependencia de las fuerzas productivas internas con el sector internacional de las finanzas.

Antecedentes

En septiembre de 2002, a menos de un año de la brutal crisis política, económica y social que vivió nuestro país, el titular de la Confederación General del Trabajo, Rodolfo Daer, le planteaba a representantes del BID, el FMI y el Banco Mundial la necesidad de una quita de 60% de la deuda externa que en ese momento trepaba a los 150 mil millones, al considerarla «impagable».

Rodolfo Daer contra la reforma previsional
Rodolfo Daer planteó la quita de deuda en 2002 cuando la situación del país era insostenible

En ese momento el contexto era irreversible. No había sector económicamente productivo en Argentina que pudiera hacerse cargo del endeudamiento. La deuda encorseta a los sectores productivos.

Hoy las alertas comenzaron a encenderse desde diferentes espacios que involucran no sólo a la dirigencia social y política del país, sino también al empresariado del exterior que no se anima a invertir en un país con futuro inestable. Ningún país endeudado es atractivo para el capital inversor.

Las consecuencias políticas, económicas y sociales pueden repetirse nuevamente, si no se cambia el rumbo de las políticas económicas, hoy aplaudidas por el Fondo Monetario Internacional.

 

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